01/05/30 D.C.
Ayer estuvimos de boda en Caná. La típica boda de una prima lejana a la que luego tienes que invitar tú a la tuya. Menos mal que yo no me voy a casar, así que no la tendré que invitar. Mi padre (el adoptivo, no el otro) estaba mosqueado porque no le cae muy bien, dice que es una chismosa y una tacaña. Además le fastidiaba que la boda se haya hecho en viernes porque tiene que cerrar la carpintería y pierde el jornal de un día. Por si fuera poco mi madre nos hizo ir a los dos a casa de Efraín, el sastre, para hacernos ropa nueva. Mi padre decía que no hacía falta pero mi madre replicó con un "qué dirán de nosotros".
A mí no me apetecía mucho ir, pero cualquiera le dice que no a mi madre.
Lo que no estuvo mal fue la despedida de soltero del novio. Yo no lo conocía mucho, sólo de vista en alguna celebración, pero me lo pasé francamente bien. Fuimos a unos cuantos garitos de Jerusalén. Las crónicas de los Evangelios no hablarán de esa despedida, je je, ya sabéis: lo que pasa en Jerusalén se queda en Jerusalén.
Volviendo a la boda, pues nada, lo habitual: cócktail de gambas del mar rojo, cordero con verduritas kosher, sorbete de limón (dicen que para bajar el cordero), postres (por desgracia todavía no existía el chocolate en Galilea), bailoteos (por suerte tampoco existía la canción del verano), gritos de "vivan los novios" "que se besen, que se besen"...
En lo mejor de la noche se les acabó el vino. Faltó tiempo para el comentario de mi padre: "¿ves como es una tacaña"? Mi madre puso mala cara y me pidió que hiciera algo. A mí me pareció que para mi debut como milagrero convertir agua en vino era un poco cutre, había estado ensayando curar leprosos y un par de números de escapismo y fuego. Pero como ya os he dicho antes: no se le puede decir que no a mi madre.
Convertí unas cuantas ánforas de agua en vino. Para lucirme un poco la transformé en un Chateau Lafite de 1787 D.C., un vino excepcional, pero la gente iba ya tan pedo que nadie lo apreció.
Luego mi madre también me pidió que convirtiera el agua en cafés, cortados, carajillos. Intenté convencerla de que el café todavía no existía pero se puso muy burra. Lo mismo con los puros. En aquella boda se fumaron Montecristos quince siglos antes de descubrimiento de América.
Comentarios
Por no hablar de tu interpretación del "Judea, patria querida" agarrado a la farola.